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CAPÍTULO 1º
AULLIDOS EN LA NOCHE
−¡Vamos,
Derek, date prisa! −Pide la joven Connie Stilton a su novio mientras cruzan a
toda velocidad el famoso y extenso "Central Park" de New York con el
fin de llegar a sus casas después de pasar la tarde con unos amigos de picnic
en el lugar.
−¡Por
el amor de Dios, Connie! Cualquiera diría que tienes miedo de algo −se burla
Derek antes de alcanzarla y tomarla del brazo para, seguidamente y con un
rápido movimiento, besarla en los labios de manera tan cálida y sensual, que la
chavala no puede evitar notar un estremecimiento de puro placer recorriendo su
cuerpo antes de separarse de su chico y replicar fingiendo estar enfadada:
−Pues
no, no tengo miedo de nada. Es solo que se hace tarde, y nuestros padres deben
de estar empezando a preocuparse.
−Pero
si sólo son las nueve y media de la noche −protesta su compañero, volviéndola a
agarrar del brazo e intentando besarla de nuevo, cosa a lo que Connie se
resiste con todas sus fuerzas entre divertidas carcajadas, antes de quedar en
silencio y con una expresión de profundo asombro y terror dibujados en el bello
y aniñado semblante de adolescente.
−¿H-has
oído eso? −Inquiere entonces, después de haber logrado zafarse de la presa de
su amigo.
Derek,
que también lo ha oído, se lleva el índice derecho a los labios, pidiendo
silencio, al tiempo que aguza el oído para captar mejor el sonido.
−¿E-era
un aullido? −Titubea Connie, temblando de miedo de la cabeza a los pies.
−Deben
de ser los lobos del zoológico del parque −replica el muchacho, intentando dar
a su voz una firmeza y un valor que está muy lejos de sentir realmente.
−Suena
demasiado cerca para tratarse de los lobos del zoo −replica su bonita amiga,
mientras vuelve a pegarse a su cuerpo y permite que vuelva a abrazarla para
confortarla y protegerla de cualquier posible mal.
De
repente, otro sonido, éste totalmente inconfundible, llega hasta ellos,
obligándolos a abrazarse el uno al otro con todas sus fuerzas.
−¡E-eso
ha sido un grito de mujer! −Casi chilla Connie Stilton, para luego comenzar a
tirar del brazo de su chico en un desesperado intento porque se ponga de nuevo
en movimiento y salgan los dos de allí lo antes posible antes de que, sea lo
que sea lo que ha hecho gritar a la desconocida, los alcance a ellos también.
−Espera
un momento −pide entonces Derek para desesperación de la chavala−. Tal vez
necesite ayuda.
−¿¡QUÉÉÉ!?
−Chilla Connie con toda la fuerza de sus jóvenes pulmones para luego ver, con
una expresión de puro terror pintada en el semblante, cómo Derek se aparta de
ella y comienza a internarse de nuevo entre los árboles del parque, en busca
del origen de los desgarradores gritos femeninos.
−¡Chist!
−Ordena el muchacho llevándose el índice derecho a los labios en un clarísimo e
imperioso gesto, para luego agregar en un tenue y tembloroso susurro−: Creo que
es por aquí. ¡Vamos, sígueme!
Poco
después llegan a un claro del bosquecillo artificial, y lo que ven les hiela la
sangre en las venas.
Ante
ellos pueden ver lo que a todas luces parece un enorme lobo con trazas de ser
humano y bajo él, lo que queda de una infeliz desdichada a la que la bestia ha
arrancado la cabeza y sacado las tripas, que aparecen esparcidas por todo el
contorno sobre la hierba.
Ahora
es el turno de la joven Connie Stilton de chillar fuera de sí con toda la
fuerza de sus pulmones, mientras su novio intenta por todos los medios que no
lo haga, tapándole la boca con la mano en un desesperado empeño por
conseguirlo, porque si algo tiene muy claro es que no quiere que la criatura
que tienen a tan solo unos metros los vea y les haga lo mismo que a la
indefensa desgraciada, cuyos restos aparecen diseminados por las cercanías.
Pero
no lo logra, porque la bestia que hay ante ellos posee un oído y un olfato
preternatural, y ha captado su presencia nada más llegar ambos al lugar, y
ahora se gira lentamente hacia ellos, con sus enormes fauces abiertas de par en
par, mostrando unos colmillos tan grandes y afilados como cuchillas, antes de
alzarse sobre sus piernas o patas traseras y, de un prodigioso salto, plantarse
ante los dos aterrorizados jóvenes, paralizados por el pánico más absoluto.
Antes
de acabar con ellos dos de manera salvaje y brutal, lanza un aullido dirigido a
la Luna llena que brilla en el cielo.
Los
tres cadáveres horriblemente mutilados de las primeras víctimas del peligroso
licántropo serán encontrados por el equipo matutino de limpieza de
"Central Park".
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